domingo, 12 de abril de 2009

¡¡¡Cristo vive!!!

“Porque Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos” (Rm 14,9).

He estado junto con mis hermanos de Comunidad en el monasterio Mater Dei de Nampula celebrando la Pascua. Invariablemente, llaman la atención el sabor africano de los batuques, las danzas y los ululares de júbilo, así como la sobriedad y belleza de la procesión del via crucis del viernes santo… pero más allá y más profundo que todo eso, hay un motivo que mueve todo lo demás: el hecho incontrovertible de la muerte y resurrección de Cristo. Lo que está en cuestión no es si Cristo ha resucitado… sino si nosotros hemos muerto y resucitado con él, si nos hemos beneficiado de su obra redentora, si se nota en nuestra vida que él ha derrotado a nuestros enemigos: el pecado, Satanás, el mundo, la carne, que él ha quebrado toda maldición y cadena, obteniendo para nosotros la verdadera libertad y abriéndonos el camino para la comunión con Dios.

Y ésa es la pregunta: ¿se nota? Tenemos de nuestro lado al Espíritu Santo, quien nos acerca el poder de la cruz y lo hace realidad en nuestra vida hoy… sólo necesitamos creer en Cristo, confesarle nuestro Señor, acoger su Palabra y vivirla, buscarle con todas nuestras fuerzas… y la fuerza y salvación de la cruz se manifestarán en nuestra vida. ¡Lo hemos experimentado! ¡Cristo está vivo! Él ha derramado su presencia y su poder entre nosotros, una vez más. Él es el SEÑOR, y todo le está sometido. Voluntariamente, nosotros queremos someterle nuestra pobre vida. A cambio, él comparte con nosotros su riqueza y su vida eterna. “¡Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él!” (Sal 34,8).